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La línea que separa Paraguay de Brasil –en la zona Norte del país– por poco desaparece. Cultivos, galpones y viviendas particulares se levantan entre un margen y otro, volviendo difusa la frontera.
La capital del Amambay no solo sufre la invasión brasileña, a través de su cultura con la implementación del idioma portugués obligatorio en todos los comercios fronterizos.
Con solo recorrer someramente la línea internacional sobre la Avda. Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, cuya plazoleta central sirve de línea referencial que divide la ciudad de Pedro Juan Caballero con su vecina Ponta Porã (Brasil), se puede notar –no sin sorpresa– que los mojones demarcatorios nunca fueron respetados. Esto ocurre, especialmente, desde el territorio brasileño.
Uno de ellos se encuentra en medio de un vecindario, donde existen varias construcciones de viviendas que tapan incluso la visual de cualquier transeúnte que ingresa al país desde Brasil.
Esta irregularidad ya había sido denunciada en varias oportunidades al Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE), por parte de las autoridades locales; incluso nota mediante de parte de miembros de la Junta Departamental del Amambay.
La Comuna solicitó la intervención de la Cancillería sin que hasta el momento exista una respuesta favorable o alguna postura oficial al respecto.
Esta situación de expresa invasión territorial también se puede observar en los caminos vecinales que cubren la enorme frontera seca. Por citar, en el ramal que conduce al Municipio de Zanja Pytã existen enormes plantaciones de soja y maíz, cuyos propietarios son en su mayoría agricultores brasileños. Estos productores mal utilizan la franja divisorias, dejando los mojones marcatorios como una especie de adorno en medio de sus plantaciones.
Las construcciones de viviendas que están en el dominio público data del año 1960, según Alejo Mendieta cuya familia se instaló hace más de medio siglo en PJC.
“Anteriormente la ciudad no era muy grande y esos lugares donde actualmente están varias las viviendas instaladas desde el Brasileño había un señalizador visible. Tal vez por ese motivo y ahora que creció la población y que las marcaciones incluso se hacen vía satélite se comprueba que no solamente esa parte hay construcciones física, ya hubo litigios judiciales de propiedades rurales que reclaman la situación narratoria”, expuso.
Desde la Municipalidad de Ponta Porã indicaron que las viviendas son de sus conciudadanos y que están aún en territorio brasileño; sin especificar la franja de dominio de 25 metros de cada hito marcatorio.
Marciano Candia