El criptoempresario Antônio Vinicius Lopes Gritzbach (38) sentenciado y ejecutado días atrás por el Primer Comando de la Capital (PCC), en Sao Paulo, tenía conexiones con elementos de ese cartel criminal asentado en Paraguay.
La Policía de Brasil inició el análisis de la agenda, computadora y celulares que manejaba el extinto “doble agente” que operaba lavando dólares para los narcotraficantes, por un lado, y últimamente valioso colaborador de antinarcóticos del vecino país, por el otro.
Operadores de cambios de monedas en la frontera paraguayo-brasileña, importadores de productos, exportadores, así como otros negocios montados con capital narco, conformaban el gran abanico de medios con los que contaba el empresario.
En medios de comunicación del Brasil señalan que Vinicius había recibido 100 millones de reales (US$ 17.350.000 provenientes de drogas y sicariatos) del PCC para que lo lave a través de sus empresas dedicadas a la criptomoneda, ámbito en el que era considerado un experto de primera línea.
Sostienen que el empresario no solo se embolsó para sí con esa gruesa suma, sino que se acogió a un plan de delación que le ofreció la justicia de Brasil para delatar a personas y modus operandi de los lavadores de activos.
Los carteles criminales lo consideraban “un muerto andante”, señalan medios que operan en las redes sociales. Y ello, porque el nivel de traición al que llegó, no tenía otra definición más que una guerra a muerte.
Vinicius contaba con guardia policial y militar, pero llamativamente, el día que lo asesinaron, el número de ellos era mínimo, y fue la única víctima fatal. La Policía Federal investiga a todos los guardias, así como las personas que mantuvieron contactos con él, y que pueden desvelar algo sobre los autores materiales e intelectuales del crimen.
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