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En constante huida y traiciones, mueren o son presos ‘jóvenes’: un día en la vida de un capo narco

Fahd Jamil, Jarvis Pavão, Jorge Rafaat, Elton Leonel Rumich Da Silva, alias Galãn, el clan Morel, Ederson Salinas Benítez, alias Ryguasu, Gringo González, entre otros, conforman una parte de la galería de peces gordos del narcotráfico y de las muertes por encargo en la frontera paraguayo-brasileña.

Amambay, y específicamente su capital, Pedro Juan Caballero, se han caracterizado por la fuerte presencia de capos mafiosos que operan en la zona.

Similar a lo que sucede con grupos terroristas, a cada capo abatido o preso, automáticamente se activa la sucesión, y asume un nuevo hombre fuerte que toma o disputa la hegemonía territorial.

“Una característica de los jefes criminales de la zona es que la mayoría de ellos no sobrevive más allá de los 55 años, porque son asesinados o atrapados. Por eso es llamativo el caso de Gringo González (64 años) que sobrevivió mucho tiempo”, señala a la emisora 800 AM el periodista Aníbal Gómez, de largo historial profesional en medios de Asunción y de la capital amambaiense.

Refiere que la rutina de los que manejan negocios narco de la zona no es de lo más cómoda, ya que la disputa contra bandas contrincantes, por un lado, y la Policía, por el otro, convertía sus rutinas en constante peligro.

“Son personas que no pueden pegarse el lujo que tenemos nosotros, personas comunes, como sentarse en a disfrutar en un restaurant y otro lugar público, porque viven con el temor de ser asesinados en cualquier parte”, acota Gómez.

Subrayó que los poderosos jefes de la mafia fronteriza viven en “cápsulas” (refugios) que deben tener para no estar siempre afincados en un solo lugar, ya que están con el temor y posibilidad permanentes de sufrir ataques o tradiciones que son aprovechados por el enemigo.

HOY

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