COMENTARIO: Desde finales del siglo 19, dos ciudades, una brasileña y una paraguaya, que al principio habían compartido el mismo nombre, y que fueron creciendo juntas, más que separadas, siempre estuvieron unidades por una línea imaginaria llamada “frontera seca”, pues, no existía ningún rio y barrera, del tipo que fuere, que las separe, y hasta hoy día, ya en pleno siglo 21, continúa siendo así.
Esas ciudades son, Pedro Juan Caballero y Ponta Porã, paraguaya y brasileña respectivamente, que toda la vida han compartido la línea fronteriza, sin detenerse a pensar siquiera, de qué lado uno se encuentra al transitar por ella, da lo mismo caminar del lado paraguayo como del lado brasileño, cruzar a pie o en automóvil de un lado a otro, y no por eso se considera invasión de soberanía de parte de brasileños que cruzan al Paraguay y viceversa. Incluso, en la década de los años 60, 70 y 80, la mayoría de los paraguayos tenían vehículos con chapa de color amarillo, “GJ – Ponta Porã”, y no por eso se consideraba invasión o violación de soberanía.
Durante más de 120 años, la franja fronteriza fue como todos la conocen, “tierra de nadie”, y como tal siempre estuvo abandonada y descuidada, salvo algunas mejoras realizadas por comerciantes en sus áreas de influencia, hasta que hace algunos años, se procedió a la iluminación de la misma en un trabajo conjunto entre las administraciones municipales de ambas ciudades, en donde el Brasil proveyó de los materiales y el Paraguay de la energía eléctrica.
Un poco más adelante, se presentó y se aprobó un proyecto consistente en la construcción, a ambos lados, sobre la franja fronteriza de cada país, de salones comerciales, obra financiada en gran medida por países de la Unión Europea, obra esta, que hoy día se erige como el “Mayor Shopping de Frontera del Mundo”, con más 700 salones comerciales, ubicados entre ambos países, y aún así, nadie nunca habló ni denunció que se haya violado soberanía nacional alguna.
Excepto el sector que afecta a los mencionados salones comerciales, y otros de menor extensión, el 80% de la franja fronteriza, desde la “Rotonda de las Banderas 1” (Ruta PY05 y salida para Dourados), hasta la “Rotonda de las Banderas 2” (Salida para Antonio João y Fortis Mayorista), un trayecto de 5.000 metros, que afecta a todo el sector céntrico de ambas ciudades hasta sus límites con el sector rural, tanto al norte como al sur, es lo que podríamos llamar un “basural”, donde no hay espacios para caminar, inundados de cubiertas usadas y todo tipo de desechos.
Viendo esta situación, el gobierno del Estado vecino de Mato Grosso do Sul, decidió llevar a la práctica, a través de la Administración Municipal de Ponta Porã, la ejecución de un proyecto, que muchos ya no recuerdan, irían a ejecutar, en el año 1998, en forma conjunta, los gobiernos departamental de Amambay y estadual de Mato Grosso do Sul, consistente en la modernización y urbanización de la línea internacional, convirtiéndola en un lugar de esparcimiento, laser, recreación, práctica de deportes, actividades culturales y encuentro entre amigos y familiares.
Ese mismo proyecto, o muy similar en todo caso, es el que le propuso el prefeito de Ponta Porã, Eduardo Campos a su par de Pedro Juan Caballero, el intendente Ronald Enrique Acevedo, con costo cero para su administración, ya que las obras, por un valor de 20 millones de dólares, serían, y de hecho ya lo son, financiadas por FONPLATA.
En esas condiciones, se puede afirmar a ciencia cierta, que no podría el intendente Ronald Enrique Acevedo y su Junta Municipal, negarse a la limpieza, modernización y urbanización de su patio de entrada a la ciudad, más que nada, porque con la ejecución de dichas obras, lo que ambas ciudades fronterizas compartirán, es un amplio lugar de esparcimiento para toda la ciudadanía, en donde antes compartían un basural separado por una línea imaginaria señalada por hitos demarcatorios, que dicho sea de paso, en el amplio sector afectado por el proyecto denominado “Frontera del Futuro”, continúan intactos en su lugar.
Un hecho aislado utilizado con malas intenciones
A la par de los trabajos del proyecto “Frontera del Futuro” que ya se encuentran en plena ejecución, el gobierno estadual de Mato Grosso do Sul, viene realizando obras de ensanchamiento de la ruta estadual MS-164, que une Ponta Porã con Antonio João, Nova Itamaratí, Maracajú entre otras ciudades.
Ocurrió que, a unos 2 kilómetros de la “Rotonda de las Banderas 2”, hasta donde llega el proyecto “Frontera del Futuro”, sobre la ruta MS-164, por error o desconocimiento, los trabajadores de la empresa encargada de los trabajos de ensanchamiento, derribaros dos hitos marcadores de límites (80, que ya fue reparado, y 81), e ingresaron a territorio paraguayo dotando de unos 250 metros de capa asfáltica el camino vecinal que corre paralelo a la ruta MS-164.
Ese error, a pesar que la propia Prefeitura de Ponta Porã haya aclarado, que se trató de una equivocación involuntaria, sirvió para algunos políticos y medios de presa capitalina, denunciaran una violación a nuestra soberanía nacional, y lo que es peor, relacionar el hecho con el proyecto “Frontera del Futuro”, para así poder responsabilizar al Ejecutivo y al Legislativo Municipal de Pedro Juan Caballero, lo cual suena ridículo, porque nada tiene que ver una cosa con la otra.
Resumiendo, aunque mal les pese a unos pocos, fronterizos o no, en un tiempo no muy lejano, la “Frontera del Futuro” será una hermosa realidad, les guste o no al gobierno paraguayo, ya que este, nunca hizo nada por Pedro Juan Caballero, como lo ha hecho en ciudades ribereñas como, Asunción, Encarnación, Salto del Guairá entre otras.
¿Basural vs. Hermoseamiento?, por supuesto que Hermoseamiento, y por goleada.
#IMPERIOFM